En la cordillera del Atlas y con sus 110 metros de altura, no existen en todo el norte de África otras más altas e impresionates que las cascadas de Ouzoud.
A tan sólo 150 kilómetros al noreste de Marrakech, las cascadas de Ouzoud se encuetran concretamente en la provincia de Azilal, y es una de las excursiones más demandadas, pudiendo realizarse tranquilamente en un sólo día.
En los alrededores de las cascadas de Ouzoud podremos disfrutar de un serpenteante y bonito paseo que nos llevará desde lo más alto hasta la mismísima base, rodeados eso sí, de infinitos puestos de artesanía e improvisados restaurantes por todas partes. Sin embargo, y aunque más simpáticos en apariencia, y sólo en apariencia, lo peor será lidiar con la horda de monos con mucho carácter y aún más caradura, sobre todo si te animas a sacar algo de comida.
Como habrán podido observar en las fotos, nosotros pillamos el agua bastante marrón debido a la tierra y el barro arrastrados por las lluvias recientes, aunque afortunadamente no está así durante todo el año. Por supuesto, todos aquellos que deseen animarse, podrán darse un refrescante chapuzón, aunque nosotros esta vez, y sin que sirva de precedente, nos mantuvimos secos durante toda la visita.
Supongo que por aquello del desierto, y casi irremediablemente, tendemos a pensar en Marruecos como un país seco, o al menos con poquita agua, pero sucede más bien todo lo contrario, y las espectaculares cascadas de Ouzoud son su mayor y mejor ejemplo.
A tan sólo 150 kilómetros al noreste de Marrakech, las cascadas de Ouzoud se encuetran concretamente en la provincia de Azilal, y es una de las excursiones más demandadas, pudiendo realizarse tranquilamente en un sólo día.
En los alrededores de las cascadas de Ouzoud podremos disfrutar de un serpenteante y bonito paseo que nos llevará desde lo más alto hasta la mismísima base, rodeados eso sí, de infinitos puestos de artesanía e improvisados restaurantes por todas partes. Sin embargo, y aunque más simpáticos en apariencia, y sólo en apariencia, lo peor será lidiar con la horda de monos con mucho carácter y aún más caradura, sobre todo si te animas a sacar algo de comida.
Como habrán podido observar en las fotos, nosotros pillamos el agua bastante marrón debido a la tierra y el barro arrastrados por las lluvias recientes, aunque afortunadamente no está así durante todo el año. Por supuesto, todos aquellos que deseen animarse, podrán darse un refrescante chapuzón, aunque nosotros esta vez, y sin que sirva de precedente, nos mantuvimos secos durante toda la visita.
Supongo que por aquello del desierto, y casi irremediablemente, tendemos a pensar en Marruecos como un país seco, o al menos con poquita agua, pero sucede más bien todo lo contrario, y las espectaculares cascadas de Ouzoud son su mayor y mejor ejemplo.
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