A la vuelta de nuestro viaje en caravana por el sur de Francia hasta llegar a Chamonix-Mont-Blanc, y casi sin querer, hicimos una parada que no estaba inicialmente prevista en el mediterráneo pueblo de Colliure. Sin duda, y quizás por ese mismo motivo, se convirtió en inolvidable y 100% recomendable, mucho más si tenemos en cuenta que está a tan sólo 33 kms. de la frontera española y 196 kms. de Barcelona.
Un poco obligados por el tráfico y especialmente por las dimensiones de la mencionada caravana, aparcamos en las afueras del pueblo, pero las vistas panorámicas que nos encontramos nada más bajarnos merecían cualquier paseo por remoto que fuese. Además, por el mismo camino nos fuimos encontrando pequeñas calas y salientes de roca que nos invitaban continuamente al remojón, hasta que no pudimos resistirnos más.
Aunque considero que es algo que ya ha quedado bastante claro en otras entradas de este humilde blog (Hallstatt, Pont du Gard, Lago Eibsee o Roque Bonanza), no pierdan la oportunidad de hacerlo siempre que puedan, aunque a veces haga falta ese empujoncito que desde aquí les enviamos con todo el cariño del mundo.
Una vez dentro, la playa y el puerto de Colliure, aunque merecidamente, casi lo monopolizan todo, pero más allá del mar, Colliure nos invita a pasear por sus callejuelas de antiguo barrio pesquero, hoy repletas de tiendas de artesanía y souvenirs, a disfrutar su deliciosa gastronomía marinera y a admirar su patrimonio histórico y cultural, como el Castillo Real o la Iglesia de Notre Dame des Anges.
Fuente de inspiración de grandes artistas, una última curiosidad de Colliure, es que es allí donde murió y permanece el gran Antonio Machado.
Como siempre, te animamos a comentar la entrada compartiendo tus opiniones, correcciones y/o sugerencias. Si no quieres perderte realmente nada, puedes seguirnos en la página de Facebook de Viajes, senderismo y aventura o suscribirte por correo electrónico.
Un poco obligados por el tráfico y especialmente por las dimensiones de la mencionada caravana, aparcamos en las afueras del pueblo, pero las vistas panorámicas que nos encontramos nada más bajarnos merecían cualquier paseo por remoto que fuese. Además, por el mismo camino nos fuimos encontrando pequeñas calas y salientes de roca que nos invitaban continuamente al remojón, hasta que no pudimos resistirnos más.
Aunque considero que es algo que ya ha quedado bastante claro en otras entradas de este humilde blog (Hallstatt, Pont du Gard, Lago Eibsee o Roque Bonanza), no pierdan la oportunidad de hacerlo siempre que puedan, aunque a veces haga falta ese empujoncito que desde aquí les enviamos con todo el cariño del mundo.
Una vez dentro, la playa y el puerto de Colliure, aunque merecidamente, casi lo monopolizan todo, pero más allá del mar, Colliure nos invita a pasear por sus callejuelas de antiguo barrio pesquero, hoy repletas de tiendas de artesanía y souvenirs, a disfrutar su deliciosa gastronomía marinera y a admirar su patrimonio histórico y cultural, como el Castillo Real o la Iglesia de Notre Dame des Anges.
Fuente de inspiración de grandes artistas, una última curiosidad de Colliure, es que es allí donde murió y permanece el gran Antonio Machado.
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| Colliure: un pueblo a enmarcar, pero con un buen toque de buen humor |
Casi mejor que no te lea, la lista de sitios pendientes aumenta constantemente jejeje.
ResponderEliminarComo siempre un bañito haga frío o calor :P
Ojalá no deje de aumentar nunca, por ambos lados. Y en cuanto al bañito, siempre hace frío... :P
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