España - Pirineo catalán - Refugio Comes de Rubió

En la comarca del Pallars Sobirá, dentro del Parque Natural del Alto Pirineo y a 1980 metros de altitud, se encuentra el singular Refugio Comes de Rubió. Para llegar hasta él, lógicamente tendremos que pasar primero por Rubió, el pueblo habitado más alto de toda Cataluña con sus 1687 metros, situado entre Sort y la Seu d'Urgel, y a tan sólo 20 minutos del primero por la carretera N-260 que une ambos núcleos. Una vez en Rubió, una pista señalizada de aprox. 5 kms con una pendiente suave pero siempre ascendente nos conduce sin pérdida y rodeados de hermosos ejemplares de abeto y pino negro hasta la misma puerta del Refugio Comes de Rubió.

Llegando al Refugio Comes de Rubió

El Refugio Comes de Rubió dispone de 50 plazas en habitación compartida y está perfectamente equipado: servicio de restaurante y bar para cualquier comida (desayuno, almuerzo, cena, pic-nic y lo que se tercie), salón comedor, chimenea, baños, duchas, agua caliente, calefactores, libros, revistas... Además, en sus alrededores, podremos realizar todo tipo de actividades al aire libre y en cualquier época del año: senderismo, trail running, mountain bike, raquetas de nieve o esquí de montaña, entre otras. Por si fuera poco, también disponen de una completa página web en donde podrán encontrar mucha más y mejor información que la comentada hasta ahora: Refugio Comes de Rubió.

Interior del Refugio Comes de Rubió
 Interior del Refugio Comes de Rubió

Sin embargo, en esta ocasión, sin que sirva de precedente y por haber sido tremendamente especial, queremos contarles con bastante más detalle del habitual nuestra experiencia en el Refugio Comes de Rubió.

Refugio Comes de Rubió: Antes de la nevadaRefugio Comes de Rubió: Después de la nevada

Todo comenzaba en el restaurante Rubió, en la misma carretera principal y a los pies del pueblo. Llovía, soplaba bastante el viento y hacía mucho frío, pero nosotros teníamos reserva en el refugio y pretendíamos seguir el plan original. Para hacerlo aún más interesante, imaginen nuestras caras cuando escuchamos exclamar a una de las chicas que amablemente nos atendían: ¡menudo temporal!

Aún así, decidimos que no sería para tanto y tras debatir ligeramente dónde dejar el coche de alquiler, decidimos hacerlo fuera de la carretera principal, en un pequeño apartadero que había justo a la izquierda donde empezaba la pista que nos llevaría hasta el mismo refugio. Esa misma mañana ya nos habían avisado que había previsión de nieve para esa noche de unos 5-10 centímetros, y que podía ser menos o incluso nada, pero también más. Por otro lado, yo andaba bastante fastidiado de la espalda, así que cualquier decisión podía ser tan buena como nefasta. Básicamente, si no nevaba sería más arriesgado caminar y exponernos a empeorar mi situación, pero si subíamos el coche y nevaba, casi que tendríamos que dejarlo allí hasta la primavera. Como se pueden imaginar, finalmente tampoco fue tan difícil decidirse... :P

La lluvia, el viento y el frío comentados anteriormente se convierten en nuestros inseparables compañeros, pero ilusionados como estábamos con la aventura y el entorno, alcanzamos la meta del refugio en menos de una hora y media. Buscamos y encontramos nuestra más que merecida recompensa al calor de la chimenea y conocemos a Paco, el GUARDA, así con mayúsculas, del Refugio Comes de Rubió. Amable, cercano, currante, buen conversador y con más de 20 años de experiencia a sus espaldas.

Camino al Refugio Comes de Rubió
Camino al Refugio Comes de Rubió

Comemos algo, nos acomodamos y poco a poco vamos dejando que fluya el tiempo y la experiencia. La lluvia aumenta y da paso a una buena tormenta, así que nos pasamos un buen rato escuchando truenos y viendo como se iluminaba cada vez más el interior del refugio a medida que anochecía y los relámpagos se multiplicaban. El momento mágico de la noche nos sorprende cuando un buen relámpago detiene el tiempo iluminando el exterior que veíamos a través de las ventanas, para regalarnos un manto de nieve en el suelo y las ramas de los árboles repletas. ¡Menuda alegría, qué espectáculo más maravilloso! No se nos borran las sonrisas de la cara durante un buen rato cuando, completamente helados, salimos afuera y pisamos la nieve mientras continúa nevando.

Escaleras del Refugio Comes de Rubió después de que nos sorprendiese la nevada
Escaleras del Refugio Comes de Rubió después de que nos sorprendiese la nevada
Aún radiantes, tanto a Paco como a nosotros, nos alcanza una preocupación relativa: si en sólo un par de horas había caído tanta nieve (10-12 centímetros), aún quedaba toda la noche por delante. Nosotros no teníamos raquetas y el 4x4 de Paco tenía un límite, pues estaba sin cadenas. Por tanto, existía la posibilidad más que real de quedarnos bloqueados, o al menos dificultarnos mucho el regreso.

Dormimos con un ojo abierto, como se suele decir, y en cuanto nos despertamos vamos corriendo a las ventanas a ver la estampa que nos había dejado la noche anterior. Mil fotos y más, bajamos, salimos afuera, y otras mil fotos más. Cuando se nos pasa la euforia, Paco nos da el veredicto: ¡23,5! centímetros de nieve, pero ¡sí, se puede! A desayunar, recoger y organizar todo, nos bajamos juntos en el 4x4. Con respeto, pero sin miedo.

Efectos de la nevada en el Refugio Comes de RubióEfectos de la nevada en el Refugio Comes de Rubió
 Efectos de la nevada en el Refugio Comes de Rubió
 Efectos de la nevada en el Refugio Comes de Rubió
 Efectos de la nevada en el Refugio Comes de Rubió
 Efectos de la nevada en el Refugio Comes de Rubió
 Efectos de la nevada en el Refugio Comes de Rubió
 Efectos de la nevada en el Refugio Comes de Rubió

Avanzamos despacio, la cosa funciona, buena tracción y seguridad en aumento, todo parece indicar que la aventura saldría perfecta. Sin embargo, cuando ya casi lo celebrábamos, aparecen unas buenas ramas en la carretera que ocupaban casi la mitad de la misma. Tras el susto inicial, ningún problema, Paco llevaba dos hachas en el coche y al menos yo me vengo arriba con la idea. Entre los tres conseguimos abrirnos paso relativamente rápido. Pero sin tiempo para disfrutarlo las nuevas vistas nos deparan una sorpresa aún mayor, y es que sólo unos metros más abajo se dibuja todo un señor pino negro enorme ocupando completamente la carretera. Entre lamentos, por no tener a mano una sierra eléctrica, decidimos que no hay tiempo que perder y sólo un plan posible: un corte en un extremo, otro en el otro, mucho más grueso, ramas fuera y... ¿podremos moverlo?

Refugio Comes de Rubió: Primeras ramas en el caminoRefugio Comes de Rubió: Primeras ramas en el camino
Refugio Comes de Rubió: El obstáculo definitivoRefugio Comes de Rubió: El obstáculo definitivo
Refugio Comes de Rubió: A hachazo limpio!

Con más ímpetu que eficacia nos centramos y concentramos en la tarea, pero el cansancio se acumula y al menos a mi, que soy un ratón de oficina, me aparecen las primeras bolsas en las manos. En cualquier caso, estamos seguros de que lo conseguiremos, pero... ¿y si aparece otro árbol más abajo? ¡Qué bien nos vendría que apareciese alguien con una sierra eléctrica! Unos cuantos hachazos más y ya lo teníamos a medias. De repente y como por arte de magia, música para nuestros oídos, el motor de un 4x4. Venían tres superhéroes del Parque Natural del Alto Pirineo con sierra eléctrica incluida, y en cuestión de 5 minutos dieron habida cuenta de nuestro casi inabarcable enemigo. ¡Vía libre!, con la huella abierta para el resto del camino de bajada, no sin antes confirmarnos que ya habían cortado otros dos árboles antes de llegar al nuestro. ¡De la que nos libramos!

Camino de vuelta desde el Refugio Comes de Rubió

Ya sólo quedaba la incógnita de nuestro coche de alquiler. La nieve había llegado hasta el mismo pueblo, y aunque las carreteras principales habían sido perfectamente acondicionadas con las máquinas quitanieves, donde nosotros lo habíamos dejado no llegaban. La teoría era relativamente sencilla: en primera y sin utilizar el freno, pero... ¿lo han intentado? Cuesta abajo y con un coche de gasolina es misión imposible. Por suerte la nieve no era mucha y nos apañamos para ir reptando hasta la carretera principal con mucho miedito pero sin ninguna incidencia.

Como no podía ser de otra manera, el tiempo y la aventura compartidas con Paco nos unieron bastante. No sólo nos tomamos algo calentito en el restaurante Rubió, sino que también bajamos juntos hasta Sort, nos dimos un paseo y almorzamos. Intercambiamos nuestros teléfonos y a día de hoy mantenemos el contacto por WhatsApp. Una vez más... ¡GRACIAS Paco!, la experiencia y la aventura serán eternas. Un abrazo grande.

Pueblo de Rubió después de la nevada
Pueblo de Rubió después de la nevada
Y eso es todo, que no es poco, ¿no crees? Anímate a comentar, y si no, pues a vivir la experiencia... ;o) Y si no quieres perderte realmente nada, puedes seguirnos en la página de Facebook de Viajes, senderismo y aventura o suscribirte por correo electrónico.

4 comentarios:

  1. Un post muy chachi, pero sobre todo una experiencia increíble la que nos regaló Rubió. Había visto la nieve antes, aunque como buena canaria, no muchas veces. Pero ver el antes y el después del mismo paisaje con diferencia de unas horas fue brutal. Continúa escribiendo y capturando momentos, con la lente de la cámara, pero sobre todo con tu retina y tu corazón. ¿Cuál será el siguiente?

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    1. Siempre tú! <3 Por supuesto, yo también me quedo con la experiencia, nuestra y para siempre. ¿La siguiente? Pues no lo tengo decidido aún, ¿alguna sugerencia? ;o)

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  2. Muy guapo el relato y la experiencia. Las fotos de postal navideña, guapísimas. Y el antes y después del cartel una pasada. A seguir así, me gustó mucho leerte ;)

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    1. ¡Menuda sorpresa nos llevamos! Unas ganas de volver... Me alegra mucho que te haya gustado, a ver si así me animo pronto con la siguiente entrada. Abrazote!

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